sábado, 26 de julio de 2014

Citas sobre grandes economistas. Keynes

Citas sobre grandes economistas. Keynes

Adjuntamos algunas de las citas sobre Keynes, muchas de ellas tomadas como consejo principal a la hora de estudiar los mercados financieros.

Keynes. Estaba escrito.

"Las últimas etapas de un auge cíclico están caracterizadas por las expectativas optimistas acerca de la futura rentabilidad de las inversiones en bienes de capital"

"Pues bien, cuando el desencanto se extiende sobre un mercado demasiado optimista, todo se viene abajo de forma violenta como movido por una especie de fuerza catastrófica"

"El desencanto surge porque, de repente, todos comienzan a dudar de la verosimilitud de sus expectativas de rendimiento"

(Keynes. Teoría general del empleo, el interés y el dinero, 1936)

Keynes. Los modernos mercados financieros.

"Esta batalla de ingenios [en los modernos mercados financieros] (...) no necesita siquiera la existencia, entre el público, de bobos con que alimentar los estómagos de los profesionales, porque el juego se puede jugar entre ellos mismos".

"Esta es la consecuencia inevitable de organizar los mercados financieros con vistas a conseguir la llamada liquidez. Entre las máximas de la ortodoxia financiera probablemente no hay nada más antisocial que el fetiche de la liquidez".

"Todo esto es el resultado inevitable de haber organizado nuestros mercados de capitales con la finalidad de procurar liquidez a nuestras inversiones".

"El espectáculo [lamentable] de los modernos mercados de capitales me ha llevado, a veces, a pensar si la solución no sería obligar a que las inversiones fueran indisolubles como el matrimonio, salvo caso de muerte u otra causa grave" [Keynes en un momento de enfado, ante el daño que pueden llegar a causar los lúdicos mercados de capitales en la economía real] [De estos párrafos de Keynes procede la disuasión fiscal, en la mayoría de las legislaciones, a la compra-venta en cortos espacios de tiempo]

"[Pero] Este es el dilema. (...). La alternativa de adquirir activos de capital no puede volverse lo suficientemente atractiva, especialmente para un inversor que no gestiona directamente los bienes de capital, excepto en el caso de que los mercados se organicen para poder convertir, con facilidad, esos bienes en dinero".

Nadie puede con la Bicha líquida.

Keynes. La lección.

"El remedio contra un auge cíclico no es un tipo de interés más alto, sino uno más bajo" (Keynes).

Si los Bancos Centrales no aprenden en esta ocasión el significado de esta afirmación aparentemente escandalosa, hay que perder la esperanza de que algún día reflexionen.
1) Un auge no se puede detener subiendo los tipos de interés, porque un auge es debido precisamente a unas expectativas desmadradas de rentabilidad futura. Un alto tipo de interés no disuade las inversiones en las industrias con expectativas desmesuradas.

2) Si se intenta, entonces se provoca una crisis yatrogénica, esto es: una enfermedad provocada por el médico, "es peor el remedio que la enfermedad" o "es de ese tipo de remedios que eliminan la enfermedad matando al paciente" (Keynes).

3) Un auge se desploma sólo. La maldad de un auge sólo reside en su futuro desplome. Por lo tanto el remedio frente a un auge, el remedio contra los males que provocará es anticiparse bajando los tipos de interés para preparar a la economía a recibir el impacto. Lo contrario es "que paguen justos por pecadores", debilitar a las industrias ajenas al auge, y debilitar la capacidad de aguantar con entereza la fractura del auge.

Después de más de un siglo la doctrina de los Bancos Centrales no ha avanzado un milímetro más allá del enredo conceptual del equilibrio monetario de Wicksell (Über Wert, Kapital und Rent, 1893; Geldzins und Güterpreise, 1898).
Un siglo atrapados en el enredo austriaco.
Un siglo atrapados por la plástica metáfora de Wicksell.
Un siglo bajo el poder de una imagen fácil de captar.
"Si, manteniendo invariables el resto de las cosas los principales bancos del mundo bajasen los tipos de interés, digamos un 1% por debajo de su nivel ordinario, y lo mantuviesen durante varios años, entonces los precios de todas las mercancías subirían y subirían y subirían sin ningún límite; por el contrario, si los principales bancos subiesen sus tipos de interés, digamos un 1% por encima de sus tipos normales, y lo mantuviesen durante años, entonces todos los precios caerían, caerían y caerían sin ningún límite" (Wicksell).

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